Conociendo -... (Libre)

Hacia pocos días que había llegado a Moscú y decidí salir a conocer el lugar, ya que había decidido instalarme aquí.
Pasé por algunas tiendas observando a la gente, los lugares, los aromas, los ruidos... Nada se me hacía familiar, pero tendría que acostumbrarme.
Cuando llegué a un museo, no dudé en entrar ya que me había vuelto una gran aficionada a la cultura.
Caminó por los grandes corredores deteniéndome en cada obra que me llama la atención.

Continué con mi recorrido, leyendo los nombres y debajo sus respectivas historias. Ninguno me gustaba en sí, aunque uno captó mi atención. Me acerqué mucho a la pintura, ya que no la entendía. Ni con mi vista de vampiro podía entender de que se trataba aquella extraña pintura. El nombre del autor tampoco lo conocía.
Entonces un olor a hombre lobo me aturdió y al darme vuelta, me encontré con una Mujer Loba. No era de las que odian a los hombre lobos, pero digamos que su olor no me sabe del todo bien.
-Buenas- le dije educadamente.

Miré a la chica de arriba abajo. Solía hacerlo con personas que acababa de conocer. Era bastante atractiva y enseguida cató mi atención, asique me dispuse a hablar con ella.
-Si me gusta... pero no la entiendo mucho- dije arrugando la nariz y entrecerrando los ojos, como si eso sirviera para entender una pintura.
-No soy muy aficionada a las pinturas, pero quería conocer un poco el museo- expliqué, ya que generalmente si te gustan las pinturas sabes apreciarlas.
-Soy Mia- dije sonriéndole alegremente y extendiendo una mano.

Observé de nuevo la pintura. Pues si que parecía lo que ella me había descripto. Ahora que entendía lo que significaba, la obra tenía mas sentido, y me tomé un momento para admirarla.
-Parece que te gustan las obras de arte- dije volviéndome hacia ella, con una sonrisa dibujada en mis labios- Tienes buen ojo.
La miré nuevamente aunque esta vez solo un momento, para que tampoco pensara que era una sicótica o algo por el estilo. Esta chica me intrigaba. Me parecía bastante atractiva, y eso que tendría que ser mi enemigo letal si pensara solo en la raza. Su olor no era de mi agrado, pero tampoco me era insoportable. Seguí caminando y obsevando las obras que se me presentaban delante.
-¿Vienes seguido al museo?- le dije tratando de entablar una conversación.

-Si la múscia es fascinante- agregué, ya que me gustaba mucho más escuchar una buena canción que ir a lugares como museos. No entendía demasiado las obras de arte, sin embargo la múscia me era fácil entenderla.
Seguramente no le gustaría demasiado que yo la mirase, pero yo no era del tipo de personas poco observadoras, por así decirlo.
Escuché a la chica contestarme y pensé en mí, en todo lo que había viajado y en lo poco que me quedaba en un solo lugar. La verdad era que era la primera vez que había venido a un museo...
-No me llevo demasiado bien con las esculturas tampoco- comenté distraída con una sonrisa dibujada en mis labios.